CRECIENDO DESDE MI ESPACIO DE REFLEXIÓN
Creciendo desde mi espacio de reflexión, me doy cuenta de la importancia de permitirnos crecer en el proceso de la vida, especialmente como mujer en una sociedad que a menudo impone restricciones y expectativas. Este crecimiento personal no es sencillo y requiere enfrentarse a tres grandes saboteadores: el tiempo, la sociedad y el miedo.
El tiempo, siempre parece ser insuficiente. Desde jóvenes, nos enseñan que debemos cumplir con ciertos hitos a edades específicas: terminar la educación, conseguir un buen trabajo, casarnos, tener hijos. Estas expectativas crean una presión constante que nos hace sentir que el tiempo se nos escapa. En mi espacio de reflexión, he aprendido a valorar el presente, a no dejarme llevar por el reloj social, y a entender que mi camino es único. Me doy el permiso de avanzar a mi propio ritmo, sabiendo que cada etapa de mi vida tiene su propio valor y que el verdadero crecimiento no está en cumplir con fechas límite, sino en experimentar y aprender de cada momento.
La sociedad es otro gran saboteador. Como mujer, la sociedad a menudo dicta cómo debemos comportarnos, qué debemos perseguir y qué debemos evitar. Estas normas sociales pueden ser limitantes y sofocantes. En mi espacio de reflexión, he descubierto la importancia de cuestionar estos dictados y de encontrar mi propia voz. He aprendido a escucharme y a respetar mis propios deseos y aspiraciones, incluso cuando estos van en contra de las expectativas tradicionales. Este acto de rebeldía personal es un acto de crecimiento, ya que me permite construir una identidad auténtica y fuerte.
El miedo es quizás el más insidioso de los saboteadores. El miedo al fracaso, al rechazo, a lo desconocido puede paralizarnos y mantenernos en nuestra zona de confort. En mi proceso de reflexión, he enfrentado mis miedos, reconociendo que son parte natural de la vida. He aprendido que el verdadero coraje no es la ausencia de miedo, sino la capacidad de seguir adelante a pesar de él. Cada pequeño acto de valentía, cada paso que doy fuera de mi zona de confort, me acerca más a la persona que quiero ser.
Creciendo desde mi espacio de reflexión, he comprendido que estos saboteadores siempre estarán presentes, pero también he aprendido que tengo el poder de enfrentarlos y superarlos. Darme el permiso de crecer en el proceso significa aceptar mis imperfecciones, celebrar mis logros, y, sobre todo, permitirme ser auténticamente yo. En este viaje continuo de autodescubrimiento, encuentro la fuerza y la resiliencia para construir una vida que refleje verdaderamente quién soy y quién quiero ser.Escrito por:
Lolita Suárez.
Acompañante y Mentora de Inteligencia Emocional.
Life-Coach.
@Lolitasuarezcoachoficial
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